Descripción del caso

Una cuestión clave en la transición ecológica es el crecimiento económico frente a la protección del medio ambiente. Tanto en el discurso social como en los debates políticos aparece esta disyuntiva. Averiguar cómo lo resolvemos y dónde priorizamos nuestros recursos y capital político es crucial para decidir cómo será la transición ecológica. Algunos, sin embargo, sostienen que se trata de una falsa dicotomía, es decir, que dar prioridad al crecimiento y a la ampliación de nuestras economías no significa necesariamente quitar prioridad al clima y viceversa, podría haber un camino intermedio. Independientemente de la veracidad de esta disyuntiva, es inevitable que influya en nuestro camino hacia el balance neto cero, por lo que merece la pena profundizar en ella.

Los beneficios del crecimiento

El crecimiento económico impulsa la prosperidad pero corre el riesgo de dañar el medio ambiente, mientras que la regulación protege el planeta pero puede obstaculizar la innovación.

El crecimiento económico se considera tradicionalmente un bien neto por tres razones principales. En primer lugar, cuando la economía crece, la gente gana más dinero y puede gastar más en cosas que le gustan y desea. En segundo lugar, una economía en crecimiento tiene naturalmente una demanda creciente de mano de obra, con lo que el empleo se mantiene alto. En tercer lugar, el crecimiento hace que las empresas y los inversores sean optimistas, por lo que contratan a más gente y gastan más en innovación y desarrollo de nuevos productos.

Todas estas cosas son buenas para las empresas, los consumidores y el Estado. Así pues, la mayoría de los gobiernos intentan crear crecimiento a través de su política económica. Hay muchas maneras de hacerlo, dependiendo de la escuela económica de la que se provenga y de las creencias políticas que se tengan sobre cómo debe ser la sociedad. Sin embargo, muchos sostienen que la liberalización y la desregulación de los mercados son cruciales. La idea es que cuantas menos normas haya para las empresas, más libertad tendrán y, por tanto, más barato les resultará producir y gastar dinero. Por el contrario, cuando las empresas se ven frenadas por complicadas normativas de cualquier tipo, prolongan sus procesos de innovación y producción y los encarecen. Esto frena el crecimiento porque las empresas tienen ahora menos dinero para pagar a sus empleados y los productos se encarecen. Esto ralentiza el consumo y disminuye el crecimiento. Así pues, los gobiernos se enfrentan a una disyuntiva entre una regulación climática eficaz y la creación de crecimiento. 

Sin embargo, la idea de que el crecimiento económico es un bien intransigente para la sociedad ha sido cuestionada tanto política como académicamente, sobre todo en los últimos 30 años. Ideas como el movimiento de decrecimiento y otras escuelas económicas similares sostienen que el crecimiento económico debería ser simplemente uno de varios objetivos importantes, como el bienestar social, la biodiversidad y la justicia climática, que el gobierno debería perseguir. 

¿Beneficios para quién?

El crecimiento económico suele beneficiar a los ricos, pero sus efectos más amplios, como la creación de empleo y los ingresos fiscales, pueden apoyar las iniciativas ecológicas si se redistribuyen eficazmente.

A pesar de la idea general de que el crecimiento siempre es bueno y beneficia a todos, hay grupos tanto de economistas como de ecologistas que lo cuestionan. Una de las principales críticas es que el crecimiento no siempre beneficia a la población en general, sino que se concentra en los que ya son ricos.

Los defensores de este argumento señalan que la mayoría de las empresas son propiedad de accionistas, es decir, de quienes poseen acciones en las empresas, y que las empresas tratan así de maximizar sus beneficios para pagar a los accionistas. En general, las personas que invierten suelen tener ya una buena posición económica porque les sobra dinero para comprar acciones. Puede que a los inversores no siempre les guste la idea de que las empresas reinviertan el dinero en innovación ecológica en lugar de pagárselo a través de los pagos a los accionistas.

Otros argumentarían que, independientemente de la intención de las empresas, el crecimiento repercute en la población en general. Por ejemplo, el aumento de las contrataciones a medida que crecen las empresas y el aumento de los impuestos que el gobierno puede asignar a la población en general y gastar en cosas como el desarrollo ecológico. Esto garantiza que tanto los trabajadores como los empresarios se beneficien del crecimiento. 

Estabilidad de la economía

El cambio climático incontrolado desestabiliza las economías, pero la integración de la sostenibilidad en las estrategias empresariales puede mitigar los riesgos y favorecer el crecimiento a largo plazo.

Por el contrario, algunos sostienen que mitigar las consecuencias del cambio climático es en realidad un requisito previo para el crecimiento económico. Marcos como los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU se elaboran con esta idea en mente. Pretenden que las empresas se sumen a la transición verde mostrando cómo es una forma de crecer y ser más rentables como negocio. Las consecuencias del cambio climático son intrínsecamente inestables e impredecibles. Las catástrofes naturales pueden paralizar la producción y el transporte de mercancías y costar millones a las empresas. Por ello, es más rentable que las empresas intenten mitigar los daños del cambio climático para ser económicamente sostenibles. Esto puede implicar una pérdida de beneficios a corto plazo, pero la idea es que las empresas puedan adaptarse a la normativa sobre cambio climático y seguir el camino hacia los objetivos climáticos, lo que les beneficiará a largo plazo. Si las empresas integran la transición ecológica en su estrategia corporativa, podrían incluso beneficiarse de ella, lo que redundaría en su propio beneficio. El argumento más importante aquí es que si todas las empresas lo hacen, su acción colectiva mitiga el cambio climático y contribuye así a eliminar riesgos mayores para el mercado en el futuro.

Financiación de la transición ecológica

En general, siempre ocurre que el crecimiento económico implica mayores niveles de producción e igualmente mayores niveles de consumo. Algunos argumentarían que esto, en sí mismo, es malo para el cambio climático. La mayor parte de la producción son emisiones y, por tanto, más contaminación. Que los consumidores compren más también significa que se envían más mercancías por todo el mundo en aviones, autobuses y grandes buques portacontenedores, todos los cuales emiten CO2. Por otro lado, el crecimiento significa más dinero para invertir en el desarrollo de tecnología verde. Si la gente gana más dinero, el gobierno puede recaudar impuestos más altos y, por tanto, también tiene más dinero para dar subvenciones a las empresas ecológicas y financiar su transición ecológica nacional invirtiendo en proyectos de energías renovables, etc. Por supuesto, esto depende de las motivaciones que tengan estos gobiernos y empresas para ayudar a la transición ecológica.

Teoría

Movimiento de decrecimiento

El movimiento por el decrecimiento aboga por ralentizar el crecimiento económico para limitar el uso de recursos y las emisiones, asegurando que vivimos dentro de los límites ecológicos del planeta.

Algunas escuelas de economía creen que la idea de que el crecimiento siempre es bueno es intrínsecamente falsa y que deberíamos limitarlo deliberadamente. El movimiento del decrecimiento consiste en ralentizar el crecimiento económico a propósito para proteger el medio ambiente y centrarse en el bienestar de las personas en lugar de simplemente ganar más dinero. Sostiene que el crecimiento sin fin es perjudicial porque agota los recursos, crea contaminación y empeora el cambio climático. El decrecimiento sugiere que, en lugar de buscar únicamente nuevas tecnologías o soluciones de mercado, los gobiernos deberían adoptar políticas que reduzcan nuestro consumo, compartan los recursos de forma más justa y apoyen formas de vida más sencillas y sostenibles para ayudar a combatir el cambio climático. El movimiento por el decrecimiento sugiere que los gobiernos pueden ayudar elaborando políticas que reduzcan el consumo y promuevan una vida sostenible. Por ejemplo, gravando la contaminación, invirtiendo en transporte público y energías renovables, apoyando los sistemas alimentarios locales y promoviendo semanas laborales más cortas. Los gobiernos también pueden limitar el uso de recursos y dar prioridad al gasto en servicios sociales, como sanidad y educación, en lugar de impulsar un mayor crecimiento económico. Estas medidas pueden contribuir a reducir los daños medioambientales y mejorar la calidad de vida, al tiempo que se hace frente al cambio climático de forma más directa y se beneficia a la población en general.

¿Beneficios para quién?

El crecimiento económico suele beneficiar a los ricos, pero sus efectos más amplios, como la creación de empleo y los ingresos fiscales, pueden apoyar las iniciativas ecológicas si se redistribuyen eficazmente.

El crecimiento económico se considera tradicionalmente un bien neto por tres razones principales. En primer lugar, cuando la economía crece, la gente gana más dinero y puede gastar más en cosas que le gustan y desea. En segundo lugar, una economía en crecimiento tiene naturalmente una demanda creciente de mano de obra, con lo que el empleo se mantiene alto. En tercer lugar, el crecimiento hace que las empresas y los inversores sean optimistas, por lo que contratan a más gente y gastan más en innovación y desarrollo de nuevos productos.

Todas estas cosas son buenas para las empresas, los consumidores y el Estado. Así pues, la mayoría de los gobiernos intentan crear crecimiento a través de su política económica. Hay muchas maneras de hacerlo, dependiendo de la escuela económica de la que se provenga y de las creencias políticas que se tengan sobre cómo debe ser la sociedad. Sin embargo, muchos sostienen que la liberalización y la desregulación de los mercados son cruciales. La idea es que cuantas menos normas haya para las empresas, más libertad tendrán y, por tanto, más barato les resultará producir y gastar dinero. Por el contrario, cuando las empresas se ven frenadas por complicadas normativas de cualquier tipo, prolongan sus procesos de innovación y producción y los encarecen. Esto frena el crecimiento porque las empresas tienen ahora menos dinero para pagar a sus empleados y los productos se encarecen. Esto ralentiza el consumo y disminuye el crecimiento. Así pues, los gobiernos se enfrentan a una disyuntiva entre una regulación climática eficaz y la creación de crecimiento. 

Sin embargo, la idea de que el crecimiento económico es un bien intransigente para la sociedad ha sido cuestionada tanto política como académicamente, sobre todo en los últimos 30 años. Ideas como el movimiento de decrecimiento y otras escuelas económicas similares sostienen que el crecimiento económico debería ser simplemente uno de varios objetivos importantes, como el bienestar social, la biodiversidad y la justicia climática, que el gobierno debería perseguir. 

Optimismo tecnológico

El tecnooptimismo cree que la innovación puede resolver los retos climáticos, permitiendo el crecimiento sin cambios drásticos en el estilo de vida ni fuertes regulaciones.

El optimismo tecnológico es la creencia de que la innovación tecnológica puede resolver todos los grandes retos, incluido el cambio climático, sin necesidad de cambiar drásticamente nuestro modo de vida ni reducir el crecimiento económico. Sugiere que los avances tecnológicos, como las energías renovables, la captura de carbono y la mejora de la eficiencia, pueden impulsar un "crecimiento verde", en el que las economías pueden seguir creciendo al tiempo que reducen su impacto medioambiental. Esta perspectiva apoya la idea del crecimiento verde de que podemos hacer frente al cambio climático mediante la innovación y las tecnologías inteligentes, haciendo compatible el crecimiento económico con la sostenibilidad medioambiental. El optimismo tecnológico cree que acabarán creándose nuevas tecnologías para satisfacer la demanda del mercado de soluciones sostenibles y suele abogar por políticas que favorezcan la innovación en lugar de políticas que puedan "sobrerregular" o limitar a las empresas.

Preguntas para el debate

¿Pueden coexistir el crecimiento económico y la protección del medio ambiente?

Algunos sostienen que, con las tecnologías adecuadas, podemos hacer crecer la economía y proteger el medio ambiente al mismo tiempo. Entre ellos están los defensores del crecimiento verde y los optimistas tecnológicos.

Otros creen que centrarse demasiado en el crecimiento puede conducir a un uso excesivo de los recursos y a daños medioambientales que la tecnología por sí sola no puede solucionar. El crecimiento fomenta el consumo constante y la contaminación.

¿Cómo afectará a las comunidades vulnerables dar prioridad al crecimiento económico?

El crecimiento económico puede reducir la pobreza y mejorar el acceso de las comunidades vulnerables a recursos como la sanidad y la educación. Esto se debe a que el crecimiento económico está asociado a un aumento del empleo y del gasto público en aspectos como la asistencia social. 

Otros argumentan que los daños medioambientales del crecimiento descontrolado suelen afectar más a las comunidades vulnerables, especialmente en el mundo en desarrollo, ya que la contaminación y la pérdida de recursos naturales afectan a su salud y a sus medios de vida. Entre estas comunidades vulnerables se encuentran los agricultores y los trabajadores menos cualificados, que en general tienen menos movilidad.

¿Cómo puede afectar la priorización del crecimiento económico al papel de un país en los esfuerzos mundiales contra el cambio climático?

Algunos sostienen que una economía nacional fuerte puede proporcionar a un país los recursos necesarios para invertir en tecnologías verdes y convertirlo así en líder mundial de la innovación y la transición ecológica. 

Por el contrario, otros argumentarían que el crecimiento económico necesario para ello viene acompañado de elevadas emisiones y contaminación, lo que puede socavar los esfuerzos mundiales para combatir el cambio climático y perjudicar la capacidad del país para alcanzar sus objetivos climáticos.

¿Deben los gobiernos dar prioridad al crecimiento económico aunque provoque daños medioambientales irreversibles?

Se puede argumentar que el crecimiento económico es necesario para mejorar las condiciones de vida y que podremos ocuparnos de los problemas medioambientales más adelante, cuando dispongamos de mejor tecnología. Los gobiernos tienen ante todo una responsabilidad con las generaciones actuales y no es ético dar prioridad a su bienestar frenando el crecimiento.

Otros argumentarían que un daño irreversible significa que, una vez superados ciertos umbrales medioambientales, no podemos volver atrás, lo que podría acarrear graves consecuencias para las generaciones futuras. Los objetivos de sostenibilidad a los que se han comprometido los gobiernos, como los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, tratan de garantizar a las generaciones futuras la posibilidad de llevar una vida segura y saludable.

Material adicional

Lecturas recomendadas

World Economic Forum (2022)

Página del Foro Económico Mundial sobre decrecimiento

Andreessen Horowitz (2023)

"The Techno Optimist Manifesto", del multimillonario de la tecnología y destacados tecnooptimistas Andreesen y Horowitz

United Nations Development Programme (2023)

Un artículo de la ONU que analiza y critica los méritos del tecnooptimismo

Mociones de debate

Esta Cámara cree que la innovación tecnológica es una solución más eficaz a los problemas medioambientales que una normativa estricta

Punto 1: Una normativa estricta aleja en primer lugar a las grandes empresas, que suelen dar prioridad a los beneficios y al crecimiento económico. En segundo lugar, es probable que los consumidores tengan que pagar el precio de la adaptación de las empresas a estas normativas, en forma de precios más altos o acceso limitado a determinados productos . El resultado probable es que disminuya el apoyo a políticas climáticas cruciales tanto por parte del votante medio como de los grupos de presión de las grandes empresas.

Contrapunto 1: Ni los gobiernos ni la mayoría de los ciudadanos tienen nada que decir sobre cómo es el crecimiento tecnológico. Comparativamente, los gobiernos están directamente elevados por los ciudadanos que los votan y son responsables ante ellos. Las normativas son una herramienta mucho más democrática para decidir cómo será la transición ecológica. 

Punto 2: Las empresas ya están centradas en estar al día del cambio climático y de las necesidades de la sociedad. Por eso invertirán en innovación ecológica. De este modo, las soluciones a los problemas medioambientales provienen de las principales partes interesadas y no las impone el gobierno, lo que permite la innovación verde y no la obstaculiza.

Contrapunto 2: Cambio a corto plazo Una normativa estricta traerá cambios rápidamente, en comparación con la innovación ecológica, que puede tardar años en innovarse y luego aplicarse. Independientemente del éxito de un desarrollo, es difícil garantizar que cualquier nueva tecnología se adapte rápida y satisfactoriamente. En comparación, las normativas tienen un impacto más amplio e instantáneo.

Punto 3: Al confiar en las innovaciones tecnológicas para combatir el cambio climático, permitimos que continúe el crecimiento económico en lugar de ahogarlo. Este crecimiento no sólo es positivo para los individuos que cosechan los beneficios de un mayor crecimiento, sino que también permite aumentar la seguridad laboral y la capacidad de las organizaciones para desarrollarse a un ritmo constante hacia un futuro más verde y próspero. Esta estrategia también permite a los países en desarrollo continuar su camino hacia la especialización en campos sostenibles, como los vehículos eléctricos y la extracción de materiales de tierras raras, y aumenta así el desarrollo de las industrias nacionales.

Contrapunto 3: El desarrollo de tecnologías suele incluir mucha investigación, ensayos y errores, y largos periodos de pruebas. Todos los procesos, desde la conceptualización hasta la comercialización de las nuevas tecnologías, son contaminantes y aumentan las emisiones. La introducción de cada nueva tecnología conlleva un coste de contaminación que difícilmente se puede compensar. Las nuevas tecnologías producen residuos, incluidos residuos nocivos y no reciclables. Muchas nuevas tecnologías también dependen de la extracción de materiales raros como el litio y el cobalto. La extracción de estos materiales no sólo es cara y requiere mucho tiempo, sino que también es perjudicial para el medio ambiente local. Por último, las empresas protegen cada vez más sus inversiones en nuevas tecnologías mediante métodos de obsolescencia intencionada de productos o tecnologías más antiguos o tradicionales. Esto aumenta los residuos y fomenta el consumo excesivo. 

Esta Cámara considera que el crecimiento económico debe primar sobre la normativa medioambiental en los países en desarrollo

Punto 1: Promueve el desarrollo económico inmediato. Dar prioridad al crecimiento económico puede conducir a una mejora más rápida del nivel de vida, crear empleo y reducir la pobreza en los países en desarrollo. El crecimiento económico puede proporcionar los recursos necesarios para atender necesidades básicas como la sanidad, la educación y las infraestructuras.

Contrapunto 1: Puede provocar una grave degradación del medio ambiente. Centrarse únicamente en el crecimiento económico puede llevar a descuidar la protección del medio ambiente y provocar problemas como la deforestación, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. Estos daños medioambientales pueden socavar el desarrollo a largo plazo y perjudicar la salud y los medios de vida de las comunidades. Esto es especialmente perjudicial en los países en desarrollo, donde muchas personas siguen viviendo de la tierra a través de la agricultura, la extracción de recursos, etc. 

Punto 2: Atrae la inversión extranjera. Al dar prioridad al crecimiento económico, los países en desarrollo pueden crear un entorno empresarial más favorable, atrayendo la inversión extranjera. Esta afluencia de capital puede impulsar aún más el desarrollo económico y proporcionar recursos adicionales para infraestructuras y servicios públicos.

Contrapunto 2: Puede dar lugar a prácticas insostenibles. La presión para atraer inversiones podría fomentar prácticas perjudiciales para el medio ambiente, como la laxitud de la normativa sobre extracción de recursos y contaminación industrial. Estas prácticas pueden tener efectos negativos duraderos sobre el medio ambiente y las comunidades locales. 

Punto 3: Puede mejorar la calidad de vida general de los habitantes del país. El crecimiento económico puede proporcionar los medios para abordar diversos aspectos de la calidad de vida, como la mejora de la vivienda, el transporte y el acceso a bienes y servicios. Esta mejora de la calidad de vida puede sentar las bases de futuras políticas medioambientales.

Contrapunto 3: La salud medioambiental es crucial para la calidad de vida. Sin una normativa medioambiental, la calidad de vida podría deteriorarse debido a la contaminación, la inseguridad de las condiciones de vida y la reducción del acceso a agua y aire limpios. Retrasar la normativa medioambiental puede provocar daños irreversibles. Esperar a que se produzca un crecimiento económico significativo para abordar los problemas medioambientales puede provocar daños irreversibles en los ecosistemas y los recursos. Esto podría dificultar y encarecer futuras mejoras medioambientales.